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La verdadera agilidad - un principio "de abajo hacia arriba"

El término agilidad se pone sobre la mesa cuando las empresas se proponen o necesitan reaccionar más rápidamente a los cambios y a los requisitos cambiantes. Sin embargo, la agilidad nunca es un fin en sí mismo, el objetivo es generar valor para el cliente y, en última instancia, para la propia empresa.
03. Junio 2020
3 min
Pascal Guderian, Product Manager Workplace Learning, Performance Support & Workforce Empowerment, tts Pascal Guderian

Tanto en el desarrollo de software como en la gestión de proyectos, muchos equipos ya trabajan con métodos ágiles. Aunque estos métodos muestran el camino a seguir, la verdadera agilidad va más allá de la aplicación de técnicas scrum, lean y similares. La idea básica del enfoque ágil es hacer de la incertidumbre el principio rector, para seguir siendo flexible y competitivo en un mundo VUCA.

La verdadera agilidad, ¿una revolución?

Sin embargo, a menudo las iniciativas ágiles se quedan en meras palabras. Este es el caso de, por ejemplo, aquellos equipos supuestamente ágiles que trabajan limitados en los principios rígidos de scrum, tal y como lo hacían antes, sólo que en forma de sprints de dos semanas y con un jefe de proyecto controlador que ahora se llama Product Owner.

¿Pero por qué es tan difícil el cambio a la agilidad real? ¿Por qué un equipo sigue sin trabajar ágilmente después de implementar un método ágil? ¿Acaso la agilidad también equivale a una revolución y a la caída de las estructuras corporativas existentes?

La agilidad significa generar valor

¿Qué significa la agilidad?

La verdadera agilidad, sin embargo, significa desarrollar una actitud que sea tolerante con las contradicciones y la irritación, que sea imparcial e incorpore una cultura del error. Después de todo, las verdaderas innovaciones sólo pueden lograrse si las empresas experimentan, se enfrentan a falsos supuestos y aprenden de ellos.

La agilidad significa ante todo la creación de un valor continuo para los clientes. El objetivo no es necesariamente cumplir a ciegas los deseos de los clientes individuales, sino tener siempre un ojo en el conjunto. En tiempos de VUCA la mejor manera para llevarlo a cabo es experimentando, probando cosas nuevas y validando ideas ya desarrolladas enteramente en pruebas prácticas en las instalaciones del cliente.

Sin embargo, como las decisiones se toman rápidamente y los cambios de dirección se hacen directamente, los riesgos no siempre son previsibles. Para evitar que los efectos sean demasiado dramáticos, los equipos ágiles deben experimentar y validar paso a paso, en pequeñas iteraciones, repetidas veces y de forma continua.

El equipo: el corazón de la agilidad

Como es el equipo el que implementa, valida y mejora, es también el propio equipo el que mejor puede entender qué decisiones han llevado a qué resultados. En otras palabras: para que el equipo reaccione inmediatamente a los cambios, cada decisión debe ser tomada por el propio equipo. Cualquier influencia externa causaría ciclos de decisión adicionales y cualquier mecanismo de control resultaría en una pérdida de velocidad de reacción. Y entonces podemos decir adiós a la agilidad. 

Por lo tanto, la agilidad puede ser creada principalmente por equipos,

  • para tomar decisiones de forma autónoma,
  • que son responsables de sus propias decisiones,
  • que encuentran soluciones de manera autónoma a los problemas y
  • que colaboran estrechamente tanto dentro del equipo como con el cliente.

Vista más de cerca, la agilidad no significa nada más que un grupo de personas trabajando juntas para resolver un problema común de forma independiente. Así pues, la agilidad funciona de manera prácticamente contraria al "de arriba abajo" del mundo de la gestión tradicional, es decir, "de abajo arriba".

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