El aprendizaje ágil como factor de competitividad
Los humanos nacemos para aprender. Aunque estamos indefensos cuando llegamos al mundo, evolucionamos rápidamente de un bebé en brazos a un niño pequeño, aprendiendo a gatear, caminar y hablar. Las adaptaciones cognitivas a nuestro entorno son enormes y nos distinguen de todas las demás especies. Aprender a ser independiente puede llevar mucho más tiempo, pero esto asegura que los humanos podamos adaptarnos a las circunstancias. Nuestra capacidad de aprender es, por lo tanto, una de las habilidades más valiosas que poseemos los humanos.
Culturas de aprendizaje ágiles
Los niños dominan los nuevos desafíos principalmente a través del juego y tratan de aplicar cada habilidad recién adquirida en la vida cotidiana. Lamentablemente, esta agilidad de aprendizaje se pierde a menudo en la edad adulta, gracias en parte a numerosas experiencias negativas, que van desde formas anticuadas de educación hasta la falta de una cultura de aprendizaje en las empresas.
En vista de la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad (VUCA) existentes, ya sería el momento de sacar nuestro olvidado juego de herramientas. Después de todo, formar a los trabajadores para un mercado laboral que se mantiene (más o menos) igual, ya no es una opción. La realidad es que el aprendizaje, el trabajo y la creación de valor se fusionan cada vez más en un proceso inseparable. De hecho, el aprendizaje se ha convertido en un requisito fundamental para las empresas que desean mantenerse al día con la competencia.
Por lo tanto, las corporaciones innovadoras como Amazon, Google y Microsoft han extendido su enfoque desde hace mucho tiempo a algo más que la producción del producto. Han reconocido que, particularmente debido al avance de la automatización y la digitalización, también necesitan evolucionar continuamente. En consecuencia, colocan el aprendizaje, la adaptación y la mejora continua del rendimiento en el centro de su cultura corporativa. De esta manera, han asegurado su viabilidad futura y han superado a organizaciones que hace sólo una década estaban en la parte superior de la lista de las empresas más valiosas.
Satya Nadella, CEO de Microsoft, en una entrevista con Simon London, McKinsey: Fuente: https://www.mckinsey.com/industries/technology-media-and-telecommunications/our-insights/microsofts-next-act
Tres factores de éxito
Si se observa la fuerza innovadora de las empresas mencionadas, se pueden identificar tres factores de éxito que promueven el surgimiento de una cultura de aprendizaje ágil:
1. El aprendizaje debe entenderse como un proceso activo y social vinculado a una necesidad concreta
¿Qué necesitan los alumnos, los equipos, la organización y las partes interesadas externas? ¿Qué actitudes y reservas tienen? ¿Y cómo es su contexto de trabajo concreto? Sólo si estos aspectos se ponen de relieve, los procesos de aprendizaje serán eficaces y crearán un valor sostenible.
2. El aprendizaje debe conducir a un cambio de comportamiento sostenible
El conocimiento que no usamos, lo olvidamos. Por eso la mera acumulación de conocimientos no tiene sentido. Sólo si somos capaces de clasificar y aplicar lo que hemos aprendido, podemos transferirlo a la vida cotidiana y así provocar un cambio de comportamiento a largo plazo.
3. El aprendizaje da forma a la cultura del aprendizaje, da forma a la cultura de la organización.
El aprendizaje y la cultura organizativa son como sombras: sólo podemos influir en ellos indirectamente a través de nuestras acciones. Por eso una cultura positiva de aprendizaje sólo puede desarrollarse en una empresa si el aprendizaje se promueve allí de forma consciente y específica. Si este es el caso, hay muchas posibilidades de que al final también se desarrolle una cultura organizativa de aprendizaje.
Está claro: sólo las empresas con una cultura de aprendizaje ágil podrán afrontar los retos del mundo VUCA. Sin embargo, aquellos centrados en cumplir con los requisitos, transferir conocimientos y crear una cultura organizacional estarán en una posición privilegiada para garantizar que su personal pueda crear valor añadido en el futuro.